Juicio contra los hermanos Castedo: Una testigo declaró con custodia y chaleco antibalas

La testigo Mery Zambrano Panoso pasó apuros ayer frente al Tribunal de Juicio de Orán, que juzga a los hermanos Delfín Reynaldo Castedo y Raúl Amadeo "Ula" Castedo por el asesinato de la pequeña productora rural y comerciante Liliana Ledesma, un hecho vinculado al narcotráfico.

Judicial06 de octubre de 2023AV prensaAV prensa
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La testigo Mery Zambrano Panoso declaró frente al Tribunal de Juicio de Orán, que juzga a los hermanos Delfín Reynaldo Castedo y Raúl Amadeo "Ula" Castedo por el asesinato de la pequeña productora rural y comerciante Liliana Ledesma, un hecho vinculado al narcotráfico. 

La mujer llegó a negar su declaración en la primera parte de la investigación de este hecho, por lo que la fiscala Claudia Carreras pidió que fuera detenida por falso testimonio. El Tribunal, presidido por el juez Edgardo Laurenci, rechazó la detención aunque concedió que se envíen las actas de la audiencia a la fiscalía penal de turno para que investigue si Zambrano incurrió en un testimonio falso. 

La conducta de Zambrano Panoso pareció indicar que tiene miedo. Fue lo que dijo cuando fue citada por primera vez. Sin embargo, ayer aseguró lo contrario, había pedido declarar sin la presencia de los acusados, que siguen la audiencia por videoconferencia desde la cárcel federal de Ezeiza. También pidió usar un chaleco antibalas y que le dieran custodia. 

Ya en el acto de declarar, se contradijo con su testimonio anterior, en la primera parte de la investigación de este hecho. Entonces había dicho que sabía que Ula Castedo vigilaba a Liliana Ledesma, que la joven le había contado que había intentado atropellarla, que había recibido amenazas y que le había mostrado fotos de "cocinas" de drogas.

Mery Zambrano Panoso conocía a la víctima porque tenía un puesto comercial al lado del puesto de venta de huevos de Liliana. Eso lo reconoció al declarar poco después del asesinato, pero ayer empezó negando esa amistad, y negó también que hubiera sabido que Liliana recibía amenazas, y solo reconoció que el día en que la mataron, el 21 de septiembre de 2006 en Salvador Mazza, la vio yéndose con una mujer.

Ayer Zambrano Panoso llegó al punto de desconocer su declaración anterior. Empezó negando su contenido pero luego alegó falta de memoria. Incluso llegó a decir que en ese momento no la tomó como una declaración, y cuestionó que también entonces se la buscara por la fuerza, después de reiteradas citaciones infructuosas. “Para mí fue casi un secuestro, una tortura”, aseguró. Sin embargo, no pudo recordar quiénes la sometieron a este trato. “La salud se deteriora, yo ya no soy la misma”, agregó sobre la presunta falta de memoria. “¿Usted está siendo amenazada?”, le preguntó la fiscala. Dijo que no.

Después de un cuarto intermedio, la fiscala y la querella de la familia Ledesma, representada por el abogado David Leiva y la abogada Grisel Kolb, pidieron su detención por falso testimonio; la defensa de los hermanos Castedo, a cargo de los abogados Horacio Morales y Mariano Alvarez, se opuso. 

Tras el rechazo del Tribunal a la detención, la querella quiso seguir interrogando a Zambrano Panoso, pero la defensa se opuso. “Estamos sometiendo a una testigo a un interrogatorio como si fueran tiempos de la nefasta dictadura”, exageró Alvarez. El Tribunal, integrado también por los jueces Raúl Fernando López y Claudio Alejandro Parisi, pasó a un cuarto intermedio y regresó para dar por concluido el testimonio e informar que el debate seguirá el próximo martes 10 de octubre, a partir de las 17. 

En la etapa de instrucción de esta causa Mery Zambrano Panoso fue llevada por la fuerza pública a prestar declaración. Lo hizo el 23 de noviembre de 2006 y confirmó lo que le había contado antes a la Policía: que el día del crimen Gabriela Aparicio había buscado insistentemente a Liliana Ledesma y que luego, cuando finalmente la encontró, le dijo algo que convenció a la productora a acompañarla hasta la pasarela, que nunca cruzaba sin la compañía de alguien de confianza porque vivía con temor por las amenazas que había recibido. En esa pasarela la atacaron Tárraga, Moreno y Torres, dieron seis cuchilladas, una le cortó los labios. 

Zambrano también declaró entonces que Liliana le había contado que Ula Castedo había intentando atropellarla y la había amenazado diciéndole "que le iba a florecer la boca y así se iba a callar y no iba a hablar más". Y añadió la testiga que ella misma vio a un hombre en una camioneta que miraba hacia ellas y al que Liliana reconoció como Ula. 

En esa declaración Zambrano Panoso añadió un dato que se actualiza con su reticencia a hablar ayer. Dos días después del asesinato, cuando iba a Pocitos (en Bolivia) alguien le señaló que ahí estaban Tárraga, un empleado de los Castedo y otra persona a quienes buscaba la Policía, pero ella no se dio vuelta porque "sabía en qué se había metido". Para mayor claridad, cerró su testimonio explicando que no se había presentado antes "porque tenía miedo". 

Fuente: Pagina 12

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