De la fiebre del oro a la fiebre del litio: así es la carrera por los minerales del futuro

El mundo se adentra en la transición hacia las energías renovables para dejar atrás los combustibles fósiles y los viejos problemas que estos arrastran: las emisiones de gases de efecto invernadero, un precio volátil o la inseguridad en el suministro, cuyas consecuencias se han hecho dolorosamente patentes con la guerra de Ucrania. Sin embargo, el nuevo mundo hacia el que se ha comprometido a avanzar la comunidad internacional no está exento de riesgos. El 90% de la producción de litio, fundamental para las baterías, se concentra en tres países: Australia, Chile y China.

Tecnología y Actualidad 23 de enero de 2023 C A C A
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Para construir placas solares, molinos de viento o vehículos eléctricos son necesarios los llamados minerales críticos, una lista de compuestos que cada país considera esenciales para el funcionamiento de su economía, y cada vez más, para una transición ecológica imprescindible si se quiere luchar contra el cambio climático.

Entre estos minerales están el litio, el cobalto, el níquel o las tierras raras, materiales, en muchos casos, escasos o bien con reservas poco exploradas, pero que en los últimos años han vivido una gran explosión en su producción y en su uso. Un coche eléctrico requiere seis veces más recursos minerales que uno convencional, mientras que un parque eólico necesita nueve veces más que una planta de gas natural, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE).

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Hasta ahora, ha habido suficientes para garantizar una transición energética que ha dado sus primeros pasos, pero los escenarios futuros aparecen menos claros. "Tal y como se ha planteado la transición, no hay suficientes reservas", asegura Alicia Valero, investigadora en minerales críticos en la Universidad de Zaragoza. "Se tienen que multiplicar por cuatro las reservas de litio, casi lo mismo las de cobalto, casi por tres las de cobre, etcétera", señala.

Pone el ejemplo del cobre, relativamente abundante, pero muy utilizado en vehículos eléctricos y la producción eléctrica renovable. "Se espera que la demanda se duplique en diez años. Eso implica que tendríamos que descubrir cada año una mina como la más grande que existe en el mundo, La Escondida de Chile", apunta.

El posible "cuello de botella" que puede ralentizar la transición energética
"No es tanto un problema de tener suficientes reservas geológicas, sino de si el ritmo al cual se pueden explotar esas reservas es el mismo al que va el crecimiento de la demanda tecnológica de esa transición", apunta por su parte Araceli Fernández Pales, directora de la Unidad de Innovación Tecnológica de la AIE.

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La demanda de estos minerales no ha hecho más que aumentar a medida que han madurado las tecnologías verdes, y no dejará de hacerlo en los próximos años. De aquí a 2030, se multiplicará entre 1,5 a siete veces en cada uno de los cinco minerales críticos clave (litio, cobalto, níquel, cobre y neodimio), en un escenario de emisiones netas cero para 2050, según el último informe de la AIE, del que Fernández es una de las autoras.

Para abastecer estas necesidades, la capacidad de extracción tiene que expandirse "rápidamente", especialmente para el litio, añade el informe. Abrir una mina, sin embargo, puede llevar 10 o incluso 15 años desde que se identifica el yacimiento hasta que se explota económicamente. Estos largos plazos "aumentan el riesgo de que el suministro de minerales críticos se convierta en un importante cuello de botella en la fabricación de tecnologías limpias", sigue este organismo internacional.

Esto puede provocar que los bajos precios de la energía solar y eólica de los últimos años, que hasta ahora las han hecho competitivas en la generación eléctrica respecto a los combustibles fósiles y por tanto han facilitado la transición energética, sufran "más volatilidad", lo que puede ralentizar el ritmo de esta transición. "De hecho, en 2022 ya hemos visto cómo los precios de tecnologías como baterías, electrolizadores, placas solares o turbinas eólicas, han aumentado su coste, un cambio de tendencia porque llevamos décadas viendo bajadas de los costes de producción", señala desde París esta analista española.

Todo dependerá, considera, de si este aumento en los costes -de momento, bastante limitado- se mantiene en los próximos años o se trata de un hecho puntual. Por el momento, "hay muchas inversiones que se están movilizando rápidamente", lo que facilitaría que estas tecnologías mantengan sus precios competitivos. 
Un puñado de países concentran la producción mundial
Entre los 30 minerales críticos que contempla la Comisión Europea están el litio y el cobalto, materiales tecnológicos que se usan en las baterías de los vehículos, las tierras raras, necesarias en las turbinas eólicas, y el indio y el galio, para las placas fotovoltaicas. No está incluido el níquel, que sí aparece en la lista de Estados Unidos, y que también es fundamental en las baterías, o el cobre. Otras listas también incluyen el zinc, el manganeso o el grafito.

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Estos minerales tienen otro problema asociado: están concentrados en apenas un puñado de países. La República Democrática del Congo produce el 70% del cobalto que se usa en el mundo, mientras que solo tres países extraen el 90% de la producción de litio. En 2021, Australia fue el líder mundial, con un volumen estimado de 55.000 toneladas métricas. Chile y China ocupaban el segundo y tercer lugar, con 26.000 y 14.000 toneladas métricas, respectivamente.

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