Max Verstappen se convirtió en Las Vegas en tetracampeón de la F1

El neerlandés se aisló de la puja por el poder en Red Bull, tuvo un inicio de calendario arrollador, minimizó daños cuando no dispuso del mejor auto y devastó rivales con su fortaleza psicológica.

Deporte24 de noviembre de 2024AV prensaAV prensa
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Cambió el curso de la Fórmula 1. Diez años atrás, con su debut; ahora, al firmar el cuarto título consecutivo de campeón, a pesar de no haber alcanzado el podio en el Gran Premio de Las Vegas. Max Verstappen modificó las reglas a los 17 años, y una década más tarde, dominó el inicio de la temporada, enseñó la fiereza que lo caracteriza cuando se siente amenazado y en la primera oportunidad que se le presentó para festejar el tetracampeonato no vaciló y definió. A los 27 años emparejó la marca de Alain Prost y Sebastian Vettel y en la estadística lo superan solamente Juan Manuel Fangio (cinco), Michael Schumacher (siete) y Lewis Hamilton (siete).

El neerlandés exhibió talento y temple para sortear un año en el que Red Bull Racing quedó envuelto en escándalos internos, una pulseada por el poder, una fuga de ingenieros que marcaron los dos ciclos sobresalientes de la escudería de Milton Keynes, un compañero de garaje que rindió examen en cada gran premio y un auto que en la segunda mitad de la campaña quedó relegado, sin el empuje arrollador del año anterior. Es un campeón que martilló en la pista y levanta la voz ante algunas decisiones de la Federación Internacional del Automóvil (FIA).

“El mejor piloto en el mejor auto” es una frase que resalta las razones de los ciclos dominantes que se establecieron entre hombres y máquinas a lo largo de la historia de la F. 1. Red Bull Racing, con Verstappen, desanda la segunda etapa de poder: antes, Vettel, entre 2010 y 2013; ahora, el neerlandés. Dos tetracampeonatos, dos ilustres. MadMax dejó su rúbrica en cada consagración: la polémica definición en Abu Dhabi 2021 dio paso a un reinado solvente, en el que apabulló a los rivales en 2022 y, en particular, el año pasado, con el modelo RB19, un coche que por rendimiento y estadísticas está entre los mejores de todos los tiempos del Gran Circo.

Verstappen exprimió las bondades del diseño de Adrian Newey –el mago de la aerodinámica y que a partir del próximo calendario trabajará para Aston Martin, tras una tarea brillante de dos décadas en Milton Keynes–, y los números resaltaron aquella fusión: ganó 19 grandes premios, el mayor número en una campaña, superando su récord de 15 de 2022; estableció la marca de diez victorias consecutivas y la mayor proporción de triunfos en un curso (86,36%); obtuvo la mayor cantidad de puntos en un año y una diferencia de 290 sobre su compañero, Sergio Checo Pérez, el subcampeón…

El tetracampeonato, en cambio, exaltó más las virtudes del piloto que las del coche. Explotó el viento de cola que el modelo RB20 traía de su antecesor para mostrarse preponderante en la primera mitad de la temporada, en la que con siete éxitos en 10 fechas se apuntó como principal candidato a la corona. Cuando la debacle envolvió al equipo y la racha negativa encadenó una decena carreras sin el escalón más alto del podio, la perspicacia de Verstappen para minimizar los daños –beneficiándose del reparto de festejos entre los pilotos de McLaren, Ferrari y Mercedes–, hizo la diferencia. Y cuando los planetas se alinearon nuevamente en favor, tomó la oportunidad, como en Interlagos: allí, entre la lluvia y la bandera roja, MadMax descubrió el modo de romper el hechizo y firmar una remontada épica, la más destacada de los últimos 19 años en la Fórmula 1. Avanzó desde la posición 17 hasta cruzar primero la meta; para encontrar una escalada de ese estilo hay que remontarse a Japón 2005, con la victoria de Kimi Räikkönen.

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