Boca dio vuelta el clásico ante San Lorenzo y se acomodó en la Copa de la Liga

El Xeneize sacó adelante un partido complicado ante el Ciclón con dos golazos y se acerca a la cima de la Zona B.

Deporte 30 de marzo de 2024 A2 Prensa A2 Prensa
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Hay otra confianza en este Boca y eso explica mucho este triunfo 2-1 sobre San Lorenzo. Se nota no solo en la soltura con la que sus jugadores toman decisiones dentro de la cancha, sino en un ambiente que se va acostumbrando a un equipo protagonista y seguro de sí mismo. Que a medida que cambia esa pálida imagen de comienzos de año, también templa su carácter para revertir situaciones traumáticas.

Porque no fueron pocas las que vivió en el clásico ante San Lorenzo, ese equipo incómodo de enfrentar pero que sabe bien de qué manera incomodar incluso en las grandes citas. Antes que el partido sea partido (y cuando Boca ya había tenido dos claras), el Xeneize besó la lona y quedó 0-1. Cristian Lema tuvo un exceso de esa energía positiva y cometió un error no forzado en la salida que desembocó en un agarrón desesperado a Adam Bareiro dentro del área propia. Penal. Y definición exquisita del paraguayo picándosela al pibe Brey.

No debe haber un inicio más desmotivante para un clásico jugado como local, ante un rival que si de algo sabe es de cerrar caminos ajenos. Sin embargo, Boca pareció no acusar el golpe porque siguió en la búsqueda a partir de abrir la cancha para un lado y para el otro. Ni siquiera se detuvo a reclamar un penal que -pocos minutos después del sufrido en contra- Arasa omitió cobrar y el VAR tampoco reclamó por un agarrón al mismo Lema.

Ese ímpetu moral se detuvo en el momento de la fatídica lesión de Lucas Blondel. El lateral volante pisó mal en una disputa en la mitad de la cancha y su rodilla no lo soportó. Ahí sí que el local sintió el impacto y -por un rato- bajó la intensidad. Tuvo, eso sí, sus chances. Como en esa jugada en la que Medina enganchó en el área y quedó solo con dos opciones a mano: eligió definir en el mano a mano con el arquero y lo hizo mal, entregándole la pelota a Altamirano. La otra alternativa -el pase a Cavani que entraba solo al área chica- parecía pedir gol a gritos.

Pero fue la confianza, el creer en lo propio, lo que hizo que Boca alcanzara la igualdad con una herramienta diferente a aquella que distingue a la mayoría de sus ataques. Porque ese juego lateral se centralizó a un toque entre Equi, Zenón y Medina, para dejar a Cavani cara a cara con el arquero rival.Y esta nueva versión del Matador se relamió y definió bajo -tras amagar- al palo más lejano del arquero.

Los últimos minutos del primer tiempo mostraron al Boca insoportable que va y va, con su estrella mostrando el camino y generándose las chances . Y, al margen de merecimientos, debió irse al vestuario en ventaja por todo lo creado.

Si bien el complemento mantuvo la tendencia de un Boca protagonista y un San Lorenzo esperando agazapado, para el local ya no fue lo mismo sin su faro. Porque Cavani ya no sólo es una garantía de gol sino que -mágicamente o producto de su trabajo, según él mismo explicó- todo lo que se se genera con Edi cerca del área ahora parece tener otra peligrosidad. Y su salida en el entretiempo fue una baja muy sensible para los de Diego Martínez.

Pudo haber llegado rápido el segundo, con una buena habilitación para Langoni que después Zenón no alcanzó a definir bien. Pero -escencialmente- el segundo tiempo se hizo aburrido y con menos juego que el primero.

El calor y el cansancio hicieron lo suyo. Y cuando parecía jugarse en cámara lenta (ya con casi todos los cambios en cancha), apareció la figura del correntino Zenón para ponerle turbo a su ingreso al área, combinar con Benedetto y definir por encima del arquero para que Merentiel la empuje cerca de la línea. No, esta vez no fue un gol birlado, sino que la necesidad de un triunfo que valide el buen trabajo del equipo ameritaba que no haya dudas en ese 2 a 1 casi agónico.

Que fue justo, trabajado y vale mucho para reforzarle a este equipo que el camino elegido es el correcto. Por el juego, por su búsqueda, por la intensidad y por el nivel alcanzado. Pero -fundamentalmente- por esa confianza en lo suyo que puede hacerlo crecer aún mucho más.

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