Cuatro estudiantes salteños viajarán a Francia a jugar el Mundial de Robótica

Luego de haberse consagrado campeones en la liga nacional, cuatro chicos de 16 y 17 años viajarán a Burdeos en julio para competir en la Robocup 2023.

31 de mayo de 2023Priscila CorregidorPriscila Corregidor
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En la ciudad de Salta cuatro estudiantes están preparando los últimos detalles de sus proyectos para competir en lo que consideran el “Mundial de Robótica”, la Robocup 2023, que tendrá lugar en Francia. Los jóvenes conforman dos duplas que viajarán a Burdeos, y será la primera vez que la Argentina participe en dos categorías, Rescue Line y Robótica Simulada. Todos tienen en común que desde muy chicos sintieron curiosidad por la tecnología, y empezaron haciendo cursos extracurriculares para aprender más y más, hasta que dieron sus primeros pasos en las competencias. Después de salir primeros en una liga nacional, quedaron habilitados para el ámbito internacional.

El último fin de semana largo aprovecharon para juntarse en Instituto de Innovación y Tecnología Aplicada (IITA), y seguir afinando modificaciones de sus creaciones.El primero conformado por dos salteños de 16 años, Joaquín Argañaraz y Joaquín Rodríguez, que con humor se autodenomina “Joaquín al cuadrado”. Ellos participarán en Robótica Física, que implica construir y programar un robot capaz de moverse en un circuito que simula un escenario de rescate real, con una zona de peligro donde hay personas que debe rescatar en forma autónoma y trasladarlas a una zona segura de evacuación.

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El segundo lo integran Alejandro De Ugarriza y Ian Dib, y competirán en Robótica Simulada, que tiene como principal diferencia con la otra categoría que en este caso los robots no se fabrican, sino que se construyen en un simulador en tres dimensiones, se programan, y se reproduce el comportamiento en un mundo virtual, mientras se les asignan determinados puntajes de acuerdo a las tareas que desarrolle. “Todos llegamos digamos de distintas formas a interesarnos por esto, yo desde chico jugaba con los celulares, con computadoras, con lo que había, desarmaba los auriculares, todo lo que tuviera tecnología me llamaba la atención, quería explorar y veía que se podía hacer”, cuenta Rodríguez.

“Yo también empecé desde chico, vengo al instituto desde los 8 años, que empecé con Robótica Educativa, y siempre fui curioso, me gustaba desarmar juguetes para ver cómo estaban hechos”, comenta De Ugarriza. Su compañero de proyecto, coincide en que fue desde pequeño que se involucró en la temática, y aporta que a él lo movilizó un objetivo a largo plazo: “Me atraía la idea de que la tecnología nos podía llevar a un futuro mejor, a ser un planeta más limpio, y después continué hasta arrancar con esta competencia”. Argañaraz, por su parte, también sintió la vocación desde la infancia, cuando veía a su padre trabajar en la reparación de aires acondicionados, y aunque aprendió algunas nociones de ingeniería electromecánica, lo que a él le apasiona es la electrónica y los robots.

Su alma lúdica está intacta, pero también la constancia, porque los cuatro llevan más de ocho meses abocados a sus proyectos, en paralelo a la secundaria. Alejandro empezó en el 2020, por lo que ya son casi tres años de preparación para dar a conocer el resultado frente a más de 40.000 personas. “Hay que saber cómo pasar por los tiempos que estás menos motivado, porque en tantos meses de trabajo siempre hay lugares frustrantes, problemas que pueden tomar semanas sin resolverse, donde no ves la luz del día, y hay que tener la fortaleza para pasarlas desde lo metódico y racional, porque cuando las cosas no salen bien es momento de sentarse en la silla y ver entre todos cómo lograrlo”, argumenta el joven de 17 años.

El estudiante explica que en la robótica simulada el acceso universal a los recursos genera un efecto igualador en los participantes. “Podemos trabajar con los mismos componentes que trabajan los competidores de otros países, que en formato físico serían muy costosos y difíciles de conseguir para nosotros, como sensores LIDAR, sensores con GPS, unidades de posicionamiento inercial y cámaras de video con procesamiento de imágenes de alta resolución”, detalla. De todas maneras, habrá desafíos en cuanto a la capacidad de respuesta que generen en la simulación, y hay muchos factores que recién conocerán el día que compitan.

En el equipo de “los dos Joaquines”, también hay complejidad. “No es solamente poner las partecitas juntas, sino que conlleva un diseño 3D de las piezas, una etapa de impresión que demora bastante, la programación, y la construcción; si al ensamblar queremos hacer algún cambio todo eso tiene un proceso y hay que volver a empezar muchas veces”, describen. Y ejemplifican la secuencia de acción para la que se están preparando: “A nosotros se nos presenta un tablero y el robot tiene que ir siguiendo una línea negra que está sobre el tablero blanco, y el sensor de color va identificando la dificultad para saber por dónde seguir; tiene varios obstáculos a lo largo del recorrido, como dos líneas que se cruzan y tiene que identificar por dónde ir dependiendo de la ubicación, hay rampas, subidas y bajadas, lomas de burro, puede haber palitos para dificultar el movimiento, y cuando encuentra una línea plateada es la señal de que empieza la zona de rescate donde debe identificar pelotitas que representan víctimas, si están o no con vida, y depositarlas en una esquina segura”.

Con cariño, bautizaron a su robot como “el bicho”, y sumará más o menos puntos si va cumpliendo con todo el tramo sin cometer errores. Ninguno de los competidores conoce de antemano el plano de ese tablero, por lo que no saben dónde estarán las entradas, las salidas, los obstáculos ni las zonas seguras. De esa manera todos los proyectos comprueban su capacidad en vivo y en directo. Del 4 al 10 de julio estarán en suelo francés, representando los colores celeste y blanco, suceso que palpitan con orgullo, teniendo en cuenta que en la categoría Junior participan más de 200 equipos de distintos países.

“Este viaje supone un crecimiento para nosotros en todos los sentidos, no solo por conocer otra cultura, sino porque nos va a dejar un montón de conocimientos y enseñanzas; vamos a conocer a chicos de distintas partes del mundo que están a nuestro nivel; vamos a poder intercambiar conocimientos y experiencias”, dice con entusiasmo Rodríguez. Lo que más los motiva es la idea de compartir, conocer lo que hicieron otros estudiantes y generar espacios colaborativos de innovación. Así es como trabajan ellos después de ir a sus clases, con la llama de la intriga constantemente encendida, dispuestos a brindar información a quien la necesite para avanzar. “Como forma de validar todo el trabajo al final de la competencia se hace un simposio, donde los mejores de la competencia de la liga presentan sus proyectos frente al auditorio explican en detalle cómo hicieron su trabajo, y es la parte que más conocimiento te deja”, agrega.

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Gracias a que ganaron la competencia nacional de robótica Roboliga 2022, en las categorías de Rescate y de Robótica Simulada, que clasificaron para representar a la Argentina en el mundial de robótica Robocup 2023. “En 2021 se hizo virtual con sede en Tailandia, con Alejandro salimos sextos y conseguimos un premio por mejor trabajo en equipo, y el año pasado supimos con muy poco tiempo de la convocatoria nacional, solo faltaba un mes y medio para competir con todos los equipos del país; pero como nos gustan los desafíos, nos anotamos, dimos lo mejor de nosotros y salimos primeros, lo que nos trajo hasta esta oportunidad de ir al concurso internacional”, celebra Rodríguez.

 

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